jueves, 2 de octubre de 2008

San francisco de Asis(1182-1226)


Fiesta: 4 de octubre.



Nacimiento (enero-febrero 1182)
(Enero-febrero, 1182). Francisco nació en Asís, ciudad umbra del centro de Italia, en ausencia del padre, Pedro de Bernardone, rico importador de tejidos franceses de calidad, que luego vendía en los mercados de la región. Su madre, madonna Pica, lo bautizó con el nombre de Juan, pero su padre, al volver, empezó a llamarlo "Francesco" (francés). El mísmo día de su nacimiento un peregrino llamó a la puerta de su casa y recibió de Pica una generosa limosna. Entonces él, agradecido, bendijo al pequeño, anunciando que sería uno de los hombres más buenos del mundo.

Educación y carácter (1196-1198)
El niño recibió de su madre una buena educación. Fue a la escuela de su parroquia, San Jorge, y a los 14 años empezó a trabajar en la tienda del padre, demostrando ser un hábil comerciante. El estudio grafológico de su escritura nos revela a un hombre con alma de artista, creativo, voluntarioso, altruista al máximo y con tendencia a imponerse sobre los demás. Los biógrafos lo describen como un joven alegre y expansivo por naturaleza, con talla de líder entre los amigos. Tenía buenos sentimientos y, más que generoso, era derrochador, y muy vanidoso. Le gustaban las canciones de moda y vestir a la última. Él mismo se diseñaba la ropa. La madre, recordando tal vez las palabras del peregrino, salía al paso de los comentarios de las vecinas diciendo: "algún día lo veréis hijo de Dios". Un hombre muy simple de Asís, que al parecer presenció también la escena del peregrino-, a veces extendía la capa a su paso, anunciándole gloria y proezas.
Prisión y enfermedad de un joven soñador (1198-1204)
Asís, perteneciente desde hacía siglos al ducado longobardo de Espoleto, en 1198 pasó a depender del papa Inocencio III, ocasión que los asisanos aprovecharon para proclamar un régimen autónomo, el Comune o Comunidad, destruyendo la fortaleza de la Roca, símbolo del poder imperial, y las casas-torres de los señores feudales, y reconstruyendo de prisa las murallas de la ciudad.
Los nobles que no aceptaron el nuevo régimen tuvieron que emigrar a la cercana Perusa, secular enemiga de Asís. Entre ellos iba la familia de Clara de Favarone, que tenía apenas 8 años, mientras Francisco, con 19, se alistaba en el ejército asisano para defender los límites entre ambas ciudades. En noviembre de 1201 el ejército asisano fue derrotado en Ponte San Giovanni, junto a Collestrada, y Francisco permaneció un año prisionero en Perusa, antes de que un acuerdo de paz le permitiera regresar a su casa. Mas no por eso se desanimaba. A los compañeros de prisión, que le reprochaban su incurable optimismo, les replicaba: "Algún día me veréis honrados por el mundo entero".
Al volver de Perusa cayó gravemente enfermo. Cuando pudo levantarse y dar los primeros pasos con ayuda de un bastón, se asomó con ansia a contemplar la inmensa llanura asisana, pero notó con asombro que las cosas ya no eran como antes. Estaba madurando.
El sueño de las armas y la voz de Espoleto (verano, 1205)
El 15 de junio moria en Salerno el conde Juan de Brienne, luchando por los intereses del Papa y del pequeño emperador Federico II, que su padre Enrique VI había encomendado al pontífice antes de morir. Su lugar fue ocupado por el conde de Lecce Gentil de la Paleara, que combatía en Puglia. Éste buscó enseguida refuerzos en el valle de Espoleto, y un noble de Asís quiso responder con un pequeño contingente, al que Francisco quería agregarse. Convencido de que llegaría a ser un gran príncipe, estaba dispuesto a todo.
Una noche soñó con un palacio lleno de riquezas, armas y trofeos de guerra y una bella esposa. Una voz le decía que todo sería suyo y de su ejército, si luchaba bajo el estandarte de la cruz. Tomándolo como un presagio, contrató un escudero y se encaminó hacia la Puglia, mas, al llegar a Espoleto, la voz le salió al paso de nuevo: "¿A dónde vas, Francisco?", le decía; y él, comprendiendo por fin quién era el que le hablaba, respondió: ¿Señor, qué quieres que haga?". La respuesta fue: "Vuelve a Asís, porque el sueño tienes que interpretarlo de otro modo. Yo te diré lo que tienes que hacer".

Una dulzura interior (verano-otoño, 1205)
Francisco ya no era el mismo. Seguía haciendo vida normal, pero algo lo atraía interiormente. Un día sus amigos lo nombraron, "jefe de cuadrilla". Según costumbre debía pagarles un banquete. Lo nombraban a él casi siempre, porque sabían que no reparaba en gastos. Pero esa noche, cuando, comidos y bebidos, recorrían cantando las calles y plazas de la ciudad, algo lo dejó absorto y clavado en el sitio. Los compañeros. se asustaron al verlo tan inmóvil. Cuando volvió en sí, alguno dijo, bromeando: "¿En qué pensabas Francisco? ¿En casarte?"; a lo que él replicó, con tono misterioso: "Sí, con la mujer más hermosa que os podáis imaginar". Arrebatos de este tipo se le repetirán en más ocasiones.

Interés por los pobres (verano-otoño, 1205)
Francisco, siempre generoso con los pobres, ahora lo era mucho más. Un día despidió de la tienda a un mendigo con malos modos, pero enseguida se dijo: "Si te hubiese pedido algo en nombre de un gran señor se lo habrías dado. ¡Cuánto más deberías darle, si te lo pidió en el nombre del Señor de señores!" Y se comprometió a no negar nunca más una limosna a quien se la pidiera por el amor de Dios. Si no llevaba dinero, les daba el cinto, la gorra o la camisa. En casa, a la hora de comer, cortaba más pan del necesario, con la esperanza de que algún pobre llamara a la puerta para darle un trozo. La madre lo observaba y meditaba en silencio ese cambio tan repentino, sabiendo que antes sólo vivía pendiente de que los amigos vinieran a buscarlo, para irse con ellos. Y no eran sólo los pobres, también le atraía la pobreza. En cierta ocasión peregrinó a Roma y, después de echar una generosa limosna en el cepillo del altar de San Pedro, cambió sus ropas por las de un pordiosero y se puso pedir en francés -que no lo dominaba bien- tal vez para pasar inadvertido.

lugares solitarios para orar (verano-otoño, 1205)
En sus ratos libres se retiraba a orar en lugares solitarios. A veces iba a una cueva o "cripta" que, según la tradición, estaba en las inmediaciones de la iglesia de Santa María la Mayor o del Obispado, no lejos de su casa. Al amigo que lo acompañaba le explicaba, con mucho misterio, que había descubierto un tesoro, en alusión, sin duda, al tesoro escondido del reino por el cual, según la parábola de Jesús, un rico comerciante es capaz de venderlo todo. Allí, en lo secreto, oraba con ansia, pidiendo al Señor le revelase su voluntad, pero también tuvo que hacer frente a sus propios miedos, ya que temía que por ese camino podría terminar igual que una pobre paisana suya, horriblemente deforme. Sería lo peor que podría ocurrirle a un joven como él, sensible, delicado, cuidadoso de su imagen y amante de todo lo bello.

Encuentro con el leproso (otoño, 1205)
Lo que más le repugnaba a Francisco era ver leprosos. No los soportaba ni de lejos; pero un día le reveló el Señor que, si quería conocer su voluntad, tenía que cambiar, hasta el punto que lo amargo se le volviera dulce y lo dulce amargo. Al día siguiente se le cruzó un leproso en el camino, y quiso hacer la prueba: bajó del caballo, le besó la mano y le dio una limosna. Tuvo que hacer un terrible esfuerzo, mas luego experimentó tal dulzura, que desde entonces empezó a frecuentar la leprosería, para dar limosna a los enfermos y curar sus llagas purulentas.
San Damián: "Repara mi Iglesia" (noviembre-diciembre, 1205)
Un día salió a dar un paseo y entró a rezar en la vieja iglesia de San Damián, fuera de Asís. Y, mientras rezaba delante del Crucifijo puesto sobre el altar, tuvo una visión de Cristo crucificado que le traspasó el corazón, hasta el punto de que ya no podía traer a la memoria la pasión del Señor sin que se le saltaran las lágrimas. Y sintió que el Señor le decía: "Francisco, repara mi iglesia; ¿no ves que se hunde?".
El Señor se refería a la Iglesia de los creyentes, amenazada, como siempre, por mil peligros, mas él entendió que se refería a San Damián y, como era rico, pensó que era cuestión de dinero. Se fue a la tienda de su padre, cargó el caballo con las mejores telas y se fue a venderlas al mercado de Foliño. Al regreso entregó el dinero a messer Pedro, el cura de San Damián, más éste no quiso aceptar, temiendo que fuese una burla, y por miedo a sus padres. Entonces Francisco decidió quedarse allí, y reparar él personalmente la iglesia y ayudar a los pobres, según sus planes.

Renuncia a todos sus bienes (invierno, 1205-1206)
La brusca reacción de Pietro Bernardoni al saber lo ocurrido obligó al hijo a permanecer escondido más de un mes en un sótano, atendido en secreto por alguien de su casa. Allí lloraba y rezaba, pidiendo al Señor verse libre de las iras del padre; hasta que, un día, experimentó tal dulzura, que no dudó en salir a la luz y exponerse a las burlas de sus paisanos, que lo tomaban por loco, y a la violenta furia del padre, que lo encerró sin contemplaciones en un cuarto oscuro de su casa. Pero la madre, viendo que nada podía hacer entrar en razón a Francisco, aprovechó una de las ausencias del marido para dejarlo libre. Cuando el padre regresó, viendo que no sólo se mantenía en su propósito, sino que además le hacía frente, lo denunció a los cónsules de la ciudad, con intención de desheredarlo y desterrarlo; mas Francisco se negó a comparecer, alegando su propósito de consagrarse al Señor. Entonces Pedro Bernardoni trasladó la denuncia al obispo y éste citó a ambos a juicio y logró convencer al hijo para que devolviera el dinero, animándolo a comportarse como un hombre y a confiar en el Señor, que ya le daría los medios para reparar la iglesia. Dicho y hecho: Francisco entró en la antecámara del obispo, se quitó toda la ropa, la dobló cuidadosamente y puso encima el dinero; luego salió fuera y, ante el asombro de todos, devolvió todo a su padre, diciendo: "Ya no diré más padre mío Pedro de Bernardone, sino, solamente, Padre nuestro que estás en los cielos".
El obispo, que lo había cubierto inmediatamente con su capa, pues era pleno invierno, trataba de descifrar el significado de todo aquello, que no era sino la consagración improvisada y atípica de un penitente. Poco después le dejaron la túnica corta del hortelano del obispado, y así, desnudo, como explica San Buenaventura, se dispuso a seguir a Cristo pobre y desnudo, en una nueva vida radicalmente distinta a la anterior. El padre se marchó furioso a su casa, dejando al hijo sin nada y a los testigos de la escena indignados y llorando de compasión. No se sabe cuando murió, pero es seguro que fue antes de mayo de 1215, fecha en que al hermano de Francisco, en un acto notarial, lo llaman Ángel "de Pica", y no "de Pedro Bernardoni".

martes, 23 de septiembre de 2008

24 Sep.Nuestra Señora de las Mercedes.



Una antigua tradición narra que en el año de 1218 la Sma. Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a socorrer a los que eran llevados cautivos a sitios lejanos.
San Pedro Nolasco, apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort, fundó la Orden religiosa de Nuestra Señora de la Merced o de las Mercedes. La palabra merced quiere decir: misericordia, ayuda, caridad.
Esta comunidad religiosa lleva muchos siglos ayudando a los prisioneros y ha tenido mártires y santos. Sus religiosos rescataron muchísimos cautivos que estaban presos en manos de los feroces sarracenos.
Desde el año 1259 los Padres Mercedarios empezaron a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced (o de las Mercedes) la cual está muy extendida por el mundo.
Recordemos que a quienes ayudan a los presos les dirá Cristo en el día del Juicio: "Estuve preso y me ayudaste. Todo el bien que le hiciste a los demás, aunque sea a los más humildes, a Mí me lo hiciste"(Mat. 25, 40).

23 Sep. San Pio de Pietrelcina



Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. Él ya fue conocido en el mundo como el "Fraile" estigmatizado. El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus uerzas por la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad de Fraile, llegan hasta nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanaciòn en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.
El Padre Pío de Pietrelcina que se llamó Francesco Forgione, nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Nació en una familia humilde donde el papá Grazio Forgione y la mamá Maria Giuseppa Di Nunzio ya tenían otros hijos.

Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios y este deseo lo distinguiera de sus coetáneos. Tal "diversidad" fue observada de sus parientes y de sus amigos. Mamá Peppa contó - "no cometió nunca ninguna falta, no hizo caprichos, siempre obedeció a mí y a su padre, cada mañana y cada tarde iba a la iglesia a visitar a Jesús y a la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: "Francì sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman". Del diario del Padre Agostino de San Marco in Lamis, quien fuè uno de los directores espirituales del Padre Pío, se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas tenía cinco años, ya vivió sus primeras experiencias carismáticas espirituales. Los Éxtasis y las apariciones fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales.
Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco lo que fue el más grande de sus sueños: consagrar totalmente la vida a Dios. El 6 de enero de 1903, a los dieciséis años, entró como clérigo en la orden de los Capuchinos. Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. Estuvo en varios conventos por motivo de salud, luego, a partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte.
En este largo período el Padre Pío iniciaba sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche. Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío fuè lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, cuando, rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar al santo fraile.

En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su "crucifixión": “¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina.
Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.
La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación....”

Por años, de cada parte del mundo, los fieles fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los "Grupos de ruego", hoy llamados “grupos de oración” y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: "Casa Alivio del Sufrimiento."

En septiembre los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que a las 2.30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968, sería el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

domingo, 14 de septiembre de 2008

15 de Septiembre Nuestra Señora de los Dolores.


El sentido de la piadosa compasión del pueblo cristiano se expresa en la imagen de la “piedad”, es decir, de la Virgen Dolorosa, que sostiene en las rodillas al Hijo que acaban de bajar de la Cruz. Es el momento que recapitula el indecible dolor de una pasión humana y espiritual única: la conclusión del sacrificio de Cristo, cuya muerte sobre la Cruz es el punto culminante de la Redención. Pero como la muerte de Cristo está ya implícita, casi en germen, desde el primer momento de su existencia como hombre, también la compasión está implícita en aquel “hágase en mí según tu palabra. Como madre, María acepta o soporta implícitamente el sufrimiento de Cristo en todos los momentos de su vida. He aquí por qué la imagen de la “piedad”, expresa sólo un momento de este dolor de la Virgen Madre. La devoción, anterior a la celebración litúrgica, ha establecido siete dolores de la Corredentora y que corresponden a los siete episodios que narran los Evangelios: la profecía de Simeón, la huída a Egipto, la pérdida de Jesús en Jerusalén cuando tenía doce años y había ido en peregrinación a la Ciudad Santa, el viaje de Jesús hacía el Gólgota, la crucifixión, la deposición de la Cruz y la sepultura. Con este título de “Nuestra Señora de los Dolores”, honramos sobre todo el dolor de María aceptado en la redención mediante la Cruz. Junto a la Cruz es en donde la Madre de Cristo crucificado se convierte en la Madre del cuerpo místico nacido de la Cruz, es decir, nosotros hemos nacido, como cristianos, del mutuo amor sacrifical y sufriente de Jesús y de María. Por eso hoy se nos ofrece la devota y afectuosa meditación sobre la “Dolorosa”.

Te acompañamos hoy, Madre bendita, pidiendo tu protección y bendición en este valle de lágrimas, diciéndote:
Dios te salve, María, llena eres de dolores; Jesús crucificado está contigo; digna eres de llorada y compadecida entre todas las mujeres, y digno es de ser llorado y compadecido Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Santa María, Madre del Crucificado, da lágrimas a nosotros, crucificadores de tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

1º Dolor La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor. . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve, María,…
2º Dolor La huida a Egipto con Jesús y José.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve, María,…
3º Dolor La pérdida de Jesús.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve, María,…
4º Dolor El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve, María,…
5º Dolor La crucifixión y la agonía de Jesús.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve, María,…
6º Dolor La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo.
Dios te salve, María,…
7º Dolor El entierro de Jesús y la soledad de María.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…
Dios te salve, Maria,…Gloria al Padre .
1. La Santísima Virgen María manifestó a Sta. Brígida que concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:
Pondré paz en sus familias.
*Serán iluminados en los Divinos Misterios.
*Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
*Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
*Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.
*Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
*He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Nuestra Señora de Coromoto



Patrona de VenezuelaFiesta: celebrada tres veces al año, el 2 de febrero y el 8 y 11 de septiembre



A la llegada de los españoles a la región de Guanare, hacia el 1591, un grupo de indios de la tribu de los Coromotos decide abandonar su tierra y huir hacia el río Tucupido, porque no quieren nada con los blancos ni con la religión que ellos traen. Cincuenta años después los indios, que siguen sin convertirse al Evangelio, viven en un poblado no muy distante de la villa de los españoles; ambos grupos viven en armonía, pero permanecen aislados entre sí.

Estando así las cosas, una mañana del año 1651, el cacique de los Coromotos, junto con su esposa, contempla asombrado una extraordinaria visión. En la quebrada del río Tucupido, sobre la corriente de las aguas, una hermosa señora los está mirando con una amable expresión en su rostro; el pequeño niño que lleva en sus brazos también les sonríe plácidamente. La misteriosa señora llama al cacique y le ordena: "Sal del bosque junto con los tuyos y ve donde los blancos para que reciban el agua sobre la cabeza y puedan entrar en el cielo".

El cacique impresionado por lo que ha visto y oído, decide obedecer a la bella señora y marcha con su tribu para ser instruido en la religión cristiana. Sin embargo, el indio, acostumbrado a la libertad de los bosques no puede adaptarse al nuevo régimen de vida y junto con su familia, se vuelve a su aldea en la selva. La señora se aparece nuevamente, esta vez en la modesta choza del indígena; y aunque la Virgen se presenta rodeada de un aura luminosa cuyos rayos inundan de fuego todo el bohío, no logra conmover al cacique que, enojado, trata de echarla y hasta llega a tomar sus armas con la clara intención de amenazar a la amable señora. Siempre sonriente, la Virgen avanza suavemente hacia el cacique y cuando este extiende con ira su mano para atraparla, ella desaparece ante su vista. En el puño cerrado del indio coromoto quedó una pequeña estampa en la que ha quedado impresa la imagen de la Señora.

El mal ejemplo es un obstáculo para que otros encuentren la verdad sobre Jesucristo. Siempre ha sido así. No por eso la verdad cambia. ¡Cuantos se han separado de la Iglesia por el mal ejemplo de un sacerdote o de alguien que está identificado con la Iglesia!. ¡Que gran responsabilidad tenemos los cristianos al ser embajadores de Cristo! Debemos al mismo tiempo recordar que nuestra fidelidad a la Iglesia se fundamenta en Dios que nunca falla. Cuando vemos el pecado ajeno, en vez de separarnos de la Iglesia, debemos examinar nuestro propio comportamiento que es por el que seremos juzgados. Pero que difícil es eso cuando nunca se ha conocido a Jesús, como en el caso de los indios. ¿como pueden llegar a distinguir entre los católicos malos y la verdad de su religión?. Por la dificultad de ello es que viene la Virgen a Venezuela, y con su amor de madre lleva a los indios a superar el obstáculo de las diferencias culturales y a recibir por la Iglesia a Jesús.

La Virgen de Coromoto es una diminuta reliquia que mide 27 milímetros de alto por 22 de ancho. El material de la estampa pudiera ser pergamino o "papel de seda"; la Virgen aparece pintada de medio cuerpo, está sentada y sostiene al Niño Jesús en su regazo. Su apariencia es de ser dibujada con una fina pluma, trazada como un retrato en tinta china a base de rayas y puntos.

La Virgen y el Niño miran de frente; erguidas sus cabezas coronadas. Dos columnas unidas entre si por un arco forman el respaldo del trono que los sostiene. La virgen cubre sus hombros con un manto carmesí con oscuros reflejos morados. Un blanco velo cae simétricamente sobre sus cabellos cubriéndolos devotamente. La túnica de la Virgen es de color pajizo y la del niño es blanca como su velo.

La imagen se muestra a la veneración de los fieles protegida dentro en una riquísima custodia. El 7 de octubre de 1944, a petición de los obispos de la nación, Pío XII la declaró, "Patrona de la República de Venezuela" y su coronación canónica se celebró al cumplirse los tres siglos de la aparición, el 11 de septiembre de 1952.
El Emmo, Sr. Cardenal Arzobispo de la Habana, Manuel Artega y Betancourt, coronó la sagrada imagen de Nuestra Señora de Coromoto en representación del Papa Pío XII. Los venezolanos celebran a su patrona en tres ocasiones cada año, el 2 de febrero y el 8 y 11 de septiembre. El Santuario Nacional de la Virgen de Coromoto, lugar de encuentro de grandes peregrinaciones, fue declarado Basílica por S.S. el Papa Pío XII el 24 de mayo de 1949.

sábado, 30 de agosto de 2008

SANTA ROSA DE LIMA, Virgen


Patrona de América, Perú y las Filipinas Fiesta: 30 de agosto





El día en que su madre le reprendió por atender en la casa a pobres y enfermos, Santa Rosa de Lima le contestó: "Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús".-Catecismo de la Iglesia Católica, 2449





Rosa de Lima, la primera santa americana canonizada, nació de ascendencia española en la capital del Perú en 1586. Sus humildes padres son Gaspar de Flores y María de Oliva.
Aunque la niña fue bautizada con el nombre de Isabel, se la llamaba comúnmente Rosa y ése fue el único nombre que le impuso en la Confirmación el arzobispo de Lima, Santo Toribio. Rosa tomó a Santa Catalina de Siena por modelo, a pesar de la oposición y las burlas de sus padres y amigos. En cierta ocasión, su madre le coronó con una guirnalda de flores para lucirla ante algunas visitas y Rosa se clavó una de las horquillas de la guirnalda en la cabeza, con la intención de hacer penitencia por aquella vanidad, de suerte que tuvo después bastante dificultad en quitársela. Como las gentes alababan frecuentemente su belleza, Rosa solía restregarse la piel con pimienta para desfigurarse y no ser ocasión de tentaciones para nadie.
Santa Rosa de Lima
Una dama le hizo un día ciertos cumplimientos acerca de la suavidad de la piel de sus manos y de la finura de sus dedos; inmediatamente la santa se talló las manos con barro, a consecuencia de lo cual no pudo vestirse por sí misma en un mes. Estas y otras austeridades aún más sorprendentes la prepararon a la lucha contra los peligros exteriores y contra sus propios sentidos. Pero Rosa sabía muy bien que todo ello sería inútil si no desterraba de su corazón todo amor propio, cuya fuente es el orgullo, pues esa pasión es capaz de esconderse aun en la oración y el ayuno. Así pues, se dedicó a atacar el amor propio mediante la humildad, la obediencia y la abnegación de la voluntad propia.
Aunque era capaz de oponerse a sus padres por una causa justa, jamás los desobedeció ni se apartó de la más escrupulosa obediencia y paciencia en las dificultades y contradicciones.
Rosa tuvo que sufrir enormemente por parte de quienes no la comprendían.
El padre de Rosa fracasó en la explotación de una mina, y la familia se vio en circunstancias económicas difíciles. Rosa trabajaba el día entero en el huerto, cosía una parte de la noche y en esa forma ayudaba al sostenimiento de la familia. La santa estaba contenta con su suerte y jamás hubiese intentado cambiarla, si sus padres no hubiesen querido inducirla a casarse. Rosa luchó contra ellos diez años e hizo voto de virginidad para confirmar su resolución de vivir consagrada al Señor.
Al cabo de esos años, ingresó en la tercera orden de Santo Domingo, imitando así a Santa Catalina de Siena. A partir de entonces, se recluyó prácticamente en una cabaña que había construido en el huerto. Llevaba sobre la cabeza una cinta de plata, cuyo interior era lleno de puntas sirviendo así como una corona de espinas. Su amor de Dios era tan ardiente que, cuando hablaba de El, cambiaba el tono de su voz y su rostro se encendía como un reflejo del sentimiento que embargaba su alma. Ese fenómeno se manifestaba, sobre todo, cuando la santa se hallaba en presencia del Santísimo Sacramento o cuando en la comunión unía su corazón a la Fuente del Amor.

Extraordinarias pruebas y gracias.

Dios concedió a su sierva gracias extraordinarias, pero también permitió que sufriese durante quince años la persecución de sus amigos y conocidos, en tanto que su alma se veía sumida en la más profunda desolación espiritual.
El demonio la molestaba con violentas tentaciones. El único consejo que supieron darle aquellos a quienes consultó fue que comiese y durmiese más. Más tarde, una comisión de sacerdotes y médicos examinó a la santa y dictaminó que sus experiencias eran realmente sobrenaturales.
Rosa pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Don Gonzalo de Massa, un empleado del gobierno, cuya esposa le tenía particular cariño. Durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la joven era: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor".
Dios la llamó a Sí el 24 de agosto de 1617, a los treinta y un años de edad. El capítulo, el senado y otros dignatarios de la ciudad se turnaron para transportar su cuerpo al sepulcro.
El Papa Clemente X la canonizó en 1671.
Aunque no todos pueden imitar algunas de sus prácticas ascéticas, ciertamente nos reta a todos a entregarnos con mas pasión al amado, Jesucristo. Es esa pasión de amor la que nos debe mover a vivir nuestra santidad abrazando nuestra vocación con todo el corazón, ya sea en el mundo, en el desierto o en el claustro.

miércoles, 20 de agosto de 2008

MARÍA REINA DEL UNIVERSO


Fiesta: 22 de agosto


María es reina de los ángeles y de todos los hombres.
El pueblo cristiano siempre ha reconocido a María Reina por ser madre del Rey de reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo. Es El quien la constituye Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles.
Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997>>>, habló sobre la Virgen como Reina del universo. Recordó que "a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Efeso proclama a la Virgen 'Madre de Dios', se comienza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este ulterior reconocimiento de su dignidad excelsa, quiere situarla por encima de todas las criaturas, exaltando su papel y su importancia en la vida de cada persona y del mundo entero".
El Santo Padre explicó que "el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión. (...) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia".
"La Asunción favorece la plena comunión de María no sólo con Cristo, sino con cada uno de nosotros. Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno. (...). Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida". Ella es nuestra Madre; Ella , es "LA REINA DEL UNIVERSO Y DE TODO LO CREADO".
"Paz y Bien"

“La santidad no es el privilegio de unos pocos”, advierte el Papa


Insiste en la importancia de los santos para la vida cristiana

CASTEL GANDOLFO, miércoles, 20 de agosto de 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI aclaró este miércoles que la santidad no es un privilegio de pocos y aseguró que a Dios le gustan los santos "normales"."La santidad se ofrece a todos; es, en realidad, el destino común de todos los hombres llamados a ser hijos de Dios", afirmó durante la audiencia general que concedió a unos 4.000 peregrinos congregados en la residencia pontificia de Castel Gandolfo.La experiencia personal de los santos "muestra que la santidad no es un lujo, no es un privilegio de unos pocos, una meta imposible para un hombre normal", explicó.Según el Papa, la santidad "se ofrece a todos; naturalmente no todos los santos son iguales: son de hecho, como he dicho, el espectro de la luz divina. Y no es necesariamente un gran santo el que posee carismas extraordinarios". De hecho, añadió, "hay muchísimos cuyos nombres sólo Dios conoce, porque en la tierra han llevado una existencia aparentemente normalísima. Y precisamente son estos santos 'normales' los santos que Dios habitualmente quiere".El obispo de Roma invita a los fieles a aprovechar el verano "para repasar la biografía y los escritos de cierto santo o santa en particular". "Día tras día la Iglesia nos ofrece la posibilidad de caminar en compañía de los santos. Escribía Hans Urs von Balthasar que los santos constituyen el comentario más importante del Evangelio, su actualización en el día a día, y por tanto representan para nosotros una vía real de acceso a Jesús", añadió. "¡Qué importante y provechoso es, por tanto, el empeño en cultivar el conocimiento y la devoción de los santos, junto a la cotidiana meditación de la Palabra de Dios y el amor filial hacia la Virgen!"


Los santos, modelos de vida


El Papa dedicó la alocución de su encuentro semanal con los peregrinos a hablar de algunos de los santos cuya memoria se celebra en estos días, entre ellos, a santa Rosa de Lima, a san Pio X y a san Bernardo de Claraval.De este último recordó que "sobresalía en 'hacer destilar de los textos bíblicos el sentido que se encontraba escondido en ellos'". San Bernardo, además, "ha sido definido también 'doctor mariano', no porque haya escrito muchísimo sobre la Madre de Dios, sino porque supo captar su rol esencial en la Iglesia, presentándola como el modelo perfecto de la vida monástica y de toda otra forma de vida cristiana".De san Pío X, cuya fiesta se celebra mañana, destacó la lucha y sufrimiento de este Papa por la libertad de la Iglesia, por la que "se reveló dispuesto a sacrificar privilegios y honores, a afrontar incomprensiones y burlas, en cuanto que valoraba esta libertad como garantía última para la integridad y la coherencia de la fe". Recordó también a san Juan Eudes, promotor de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y María, cuya memoria se celebró ayer, y a santa Rosa de Lima, la primera santa canonizada de América Latina. "Santa Rosa solía repetir: 'Si los hombres supieran qué es vivir en gracia, no se asustarían de ningún sufrimiento y sufrirían con gusto cualquier pena, porque la gracia es fruto de la paciencia'", explicó el Papa.Destacó también la festividad de María Virgen Reina, "memoria instituida por el Siervo de Dios Pío XII en 1955, y que la renovación litúrgica querida por el Concilio Vaticano II ha puesto como complemento de la festividad de la Asunción, ya que ambos privilegios forman un único misterio". Utilizando unas palabras del escritor francés Jean Guitton, el Papa afirmó que los santos son "como los colores del espectro en relación con la luz, porque con tonalidades y acentos propios cada uno de ellos refleja la luz de la santidad de Dios"."Su ejemplo testifica que, solo cuando se está en contacto con el Señor, se llena uno de su paz y de su alegría y se está en grado de difundir por todas partes serenidad, esperanza y optimismo", añadió. Finalmente, exhortó a los fieles a dejarse "atraer a la fascinación sobrenatural de la santidad". "¡Que nos obtenga esta gracia María, la Reina de todos los Sanos, Madre y Refugio de los pecadores!", concluyó.

jueves, 14 de agosto de 2008

En la Virgen María se refleja la bondad de Dios, recuerda el Papa


En su discurso de agradecimiento a la televisión bávara (Alemania) por un documental producido por esta sobre peregrinaciones marianas, el Papa Benedicto XVI destacó que a través de la fe, se puede ver a María misma, "la Madre de Dios en quien se refleja la bondad de Dios".Según informa Radio Vaticano, en su saludo a los responsables de la Bayerischer Rundfunk, el Santo Padre comentó cómo en el documental se ve a tantas personas: jóvenes y ancianos, hombres y mujeres; de todas las generaciones, que están "en camino hacia María". Y dijo que la confianza en la Madre del Señor conserva y conduce a todos por el camino de la fe."Queridos amigos este no ha sido simplemente un filme, sino que ha sido una peregrinación. La Radio Bávara nos ha hecho partícipes de una peregrinación mariana: Eran jóvenes, ancianos, personas sencillas y gente culta, todos en camino hacia la Virgen". "Y en su peregrinaje hemos escuchado también su fe, en la fe resplandece su devoción a la Virgen y resplandece la bondad de Dios. Por esto le damos las gracias y esperamos que este documental pueda inspirar a muchos en su peregrinación hacia la Virgen, para que los guíe por el camino de la fe. Gracias, en la víspera de la Asunción de María. ¡Este es un don especial! ¡Feliz festividad para todos! Gracias", concluyó el Papa.De otro lado, el Santo Padre envió también una Bendición Apostólica a los participantes del XVI Festival Mariano Internacional, que se realiza en Paray-le-Monial, Francia, desde hoy hasta el 18 de agosto.En su mensaje, firmado por el Secretario de Estado, Cardenal Tarcisio Bertone, el Pontífice alentó a los participantes a tener "el valor de seguir las huellas de la Virgen María". "La Virgen María a través de Su peregrinación de fe y caridad sobre la tierra, revela en Su persona el verdadero rostro de la Iglesia, esposa y sierva del Señor".Seguidamente, el Papa invita a mirar a la Madre de Dios, porque ella ha sido "la primera en recibir la corona de la gloria eterna y en ser elevada al cielo, en cuerpo y alma, por la potencia de Dios".El Papa recuerda también cómo el Misterio de la Fiesta de la Asunción, que se celebra en los días en los que se desarrolla el Festival, revela que "la vida de Aquella que no tuvo otro deseo que cumplir la voluntad del Señor, la ha conducido a la vida verdadera al lado del Hijo".

La Asunción de la Virgen María




La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos. Este día, recordamos que María es una obra maravillosa de Dios. Concebida sin pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado. También, tenemos presente a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre María y cómo ella supo responder a éstas. Ella alcanzó la Gloria de Dios por la vivencia de las virtudes. Se coronó con estas virtudes.La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la fuente de su grandeza, pero Dios no coronó a María por su sola la maternidad, sino por sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento. María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que la llevó a llegar a la gloria de Dios. En la Tierra todos queremos llegar a Dios y en esto trabajamos todos los días. Esta es nuestra esperanza. María ya ha alcanzado esto. Lo que ella ha alcanzado nos anima a nosotros. Lo que ella posee nos sirve de esperanza. María tuvo una enorme confianza en Dios y su corazón lo tenía lleno de Dios. Ella es nuestra Madre del Cielo y está dispuesta a ayudarnos en todo lo que le pidamos.




Un poco de historia




El Papa Pío XII definió como dogma de fe la Asunción de María al Cielo en cuerpo y alma el 1 de noviembre de 1950.La fiesta de la Asunción es “la fiesta de María”, la más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra en su honor. Este día festejamos todos los misterios de su vida.Es la celebración de su grandeza, de todos sus privilegios y virtudes, que también se celebran por separado en otras fechas.Este día tenemos presente a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre, María. ¡Qué bien supo Ella corresponder a éstas! Por eso, por su vivencia de las virtudes, Ella alcanzó la gloria de Dios: se coronó por estas virtudes.La maternidad divina de María fue el mayor milagro en su vida y la fuente de su grandeza. Pero Dios no la coronó por su maternidad, sino por sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre y su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento a Dios.María es una obra maravillosa de Dios: mujer sencilla y humilde, concebida sin pecado original y, por tanto, creatura purísima. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado de Dios.En la Tierra todos queremos llegar a Dios y por este fin trabajamos todos los días, ya que ésa es nuestra esperanza. María ya lo ha alcanzado. Lo que ella ya posee nos anima a nosotros a alcanzarlo también. María tuvo una enorme confianza en Dios, su corazón lo tenía lleno de Dios. Vivió con una inmensa paz porque vivía en Dios, porque cumplió a la perfección con la voluntad de Dios durante toda su vida. Y esto es lo que la llevó a gozar en la gloria de Dios. Desde su Asunción al Cielo, Ella es nuestra Madre del Cielo.

PAZ Y BIEN.