miércoles, 20 de agosto de 2008

“La santidad no es el privilegio de unos pocos”, advierte el Papa


Insiste en la importancia de los santos para la vida cristiana

CASTEL GANDOLFO, miércoles, 20 de agosto de 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI aclaró este miércoles que la santidad no es un privilegio de pocos y aseguró que a Dios le gustan los santos "normales"."La santidad se ofrece a todos; es, en realidad, el destino común de todos los hombres llamados a ser hijos de Dios", afirmó durante la audiencia general que concedió a unos 4.000 peregrinos congregados en la residencia pontificia de Castel Gandolfo.La experiencia personal de los santos "muestra que la santidad no es un lujo, no es un privilegio de unos pocos, una meta imposible para un hombre normal", explicó.Según el Papa, la santidad "se ofrece a todos; naturalmente no todos los santos son iguales: son de hecho, como he dicho, el espectro de la luz divina. Y no es necesariamente un gran santo el que posee carismas extraordinarios". De hecho, añadió, "hay muchísimos cuyos nombres sólo Dios conoce, porque en la tierra han llevado una existencia aparentemente normalísima. Y precisamente son estos santos 'normales' los santos que Dios habitualmente quiere".El obispo de Roma invita a los fieles a aprovechar el verano "para repasar la biografía y los escritos de cierto santo o santa en particular". "Día tras día la Iglesia nos ofrece la posibilidad de caminar en compañía de los santos. Escribía Hans Urs von Balthasar que los santos constituyen el comentario más importante del Evangelio, su actualización en el día a día, y por tanto representan para nosotros una vía real de acceso a Jesús", añadió. "¡Qué importante y provechoso es, por tanto, el empeño en cultivar el conocimiento y la devoción de los santos, junto a la cotidiana meditación de la Palabra de Dios y el amor filial hacia la Virgen!"


Los santos, modelos de vida


El Papa dedicó la alocución de su encuentro semanal con los peregrinos a hablar de algunos de los santos cuya memoria se celebra en estos días, entre ellos, a santa Rosa de Lima, a san Pio X y a san Bernardo de Claraval.De este último recordó que "sobresalía en 'hacer destilar de los textos bíblicos el sentido que se encontraba escondido en ellos'". San Bernardo, además, "ha sido definido también 'doctor mariano', no porque haya escrito muchísimo sobre la Madre de Dios, sino porque supo captar su rol esencial en la Iglesia, presentándola como el modelo perfecto de la vida monástica y de toda otra forma de vida cristiana".De san Pío X, cuya fiesta se celebra mañana, destacó la lucha y sufrimiento de este Papa por la libertad de la Iglesia, por la que "se reveló dispuesto a sacrificar privilegios y honores, a afrontar incomprensiones y burlas, en cuanto que valoraba esta libertad como garantía última para la integridad y la coherencia de la fe". Recordó también a san Juan Eudes, promotor de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y María, cuya memoria se celebró ayer, y a santa Rosa de Lima, la primera santa canonizada de América Latina. "Santa Rosa solía repetir: 'Si los hombres supieran qué es vivir en gracia, no se asustarían de ningún sufrimiento y sufrirían con gusto cualquier pena, porque la gracia es fruto de la paciencia'", explicó el Papa.Destacó también la festividad de María Virgen Reina, "memoria instituida por el Siervo de Dios Pío XII en 1955, y que la renovación litúrgica querida por el Concilio Vaticano II ha puesto como complemento de la festividad de la Asunción, ya que ambos privilegios forman un único misterio". Utilizando unas palabras del escritor francés Jean Guitton, el Papa afirmó que los santos son "como los colores del espectro en relación con la luz, porque con tonalidades y acentos propios cada uno de ellos refleja la luz de la santidad de Dios"."Su ejemplo testifica que, solo cuando se está en contacto con el Señor, se llena uno de su paz y de su alegría y se está en grado de difundir por todas partes serenidad, esperanza y optimismo", añadió. Finalmente, exhortó a los fieles a dejarse "atraer a la fascinación sobrenatural de la santidad". "¡Que nos obtenga esta gracia María, la Reina de todos los Sanos, Madre y Refugio de los pecadores!", concluyó.

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